Se puso a pensar en el camino que se interpuso entre él y ella.
-¿Seguiremos?-se preguntó.
A lo lejos vio a alguien acercándose a él, no le tomó importancia, y siguió su camino.
-Un momento, algo cambió-Se expresó, al sentir un pálpito de que alguien se esta acercando cada vez más a él.
-¿Qué sucedió?- se preguntó, estando totalmente confundida.
En un cerrar y abrir de ojos todo se volvió gris. Solo se encontraba ella tirada en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas, pálida, mirando hacia el cielo y junto a ella un camino rojo sangre.
Esa noche, se estuvo tirada con la cabeza llena de preguntas, con solo nubes oscuras, el sol escondido, las plantas secas y un raspón de cuchillo sobre sus venas. Todo se volvió confuso y solo brillaba la luz de una vela. Al dormirse, tuvo un sueño muy difícil de comprender. Estaba ella sentada en la azotea de un edificio muy alto, que podría llamarse rascacielos. Por un largo rato, solo se puso a ver la luna tan grande, linda, llena de pasión.
Cuando disfrutaba de la vista y empezaba a recordar viejos momentos, llegó una mujer alta, delgada, morena, con ojos grandes de color miel.
-¿Tu has vuelto a amar a alguien?- le preguntó la mujer a ella.
Confusa por la pregunta, no supo que contestar. Cerró los ojos, y al abrirlos se encontró en una montaña con un paisaje hermoso, había una cascada y eso le dio a sus labios la tentación de sonreír. De pronto, todo se oscureció.
-¡No se ve nada!- exclamó.
Empezó a escuchar las alas de un helicóptero. El sonido fue tan fuerte, que caló sus oídos. Al llegar a un punto en que todo estaba sumamente ruidoso, pues había truenos y todo estaba oscuro, ella empezó a correr y, después de un trueno fuerte y de el sonido de algo estrellarse, todo se volvió silencioso. Asustada se acostó en el suelo y empezó a llorar. Vio una lágrima roja oscura en su mano y volvió a su alrededor se dio cuenta que las paredes y el piso estaban acolchonados, eran blancos y no se podía mover.
Ella gritó con desesperación, no pudo hacer nada. Trató de mover sus brazos y no pudo, gritó y siguió gritando y nadie escuchó.
Al quedarse en un silencio profundo, se escuchó una puerta y abrieron su cuarto y la sujetaron fuertemente.
-¡No! ¡Suéltenme! ¡¿Qué les sucede?! ¡¿Por qué a mi?!- gritó una y otra vez.
La llevaron a una sala y le hicieron preguntas. Lo último que recordó, fue sentir una lágrima caer por su mejilla.
Despertó en su sueño toda asustada y al ver a su alrededor se dio cuenta que esta en el mismo cuarto blanco y acolchonado, pero ya no estuvo atada y no hubo ningún sonido. Solo se recostó sobre el suelo y cayó en un sueño. En el sueño estaba en la escuela ella pensativa y de pie viendo a la nada. Llega un hombre como de unos 44 años, de estatura mediana y blanco.
-¿Qué sucede?, ¿Tiene algo que ver con.....?- Le preguntó muy directo el hombre a ella.
Ella se quedó realmente sorprendida, porque no podía creer, a ese hombre, capaz de mencionar su nombre. Ese nombre que jamás debió de haber escuchado, que al principio al principio le parecía el mejor, ese nombre que jamás olvidará y que la lleno de vida, alegría, ternura y pasión.
-Sinceramente, tiene mucho que ver con él- Contestó, siendo sorprendentemente abierta.
Después, le llegó a ella un sentimiento de profunda tristeza, no tuvo nada que decir, lo único que quería, era encontrar un camino de paz. Lo buscaba y siguió buscando, pero no lo encontraba. Todo parecía tan deprimido y encerrado, todo estaba lleno de paredes, parecía un camino sin fin. Estaba ella corriendo, parándose por ahí y por allá.
-¿Dónde estoy?- se preguntó y al vez contestándose- En un laberinto.
-Jamás fui buena resolviendo laberintos- recordó.
Todo se vuelve desesperante. Corrió y siguió corriendo, sentía que cada vez perdía más la esperanza de salir.
¡Pum!- se escuchó a lo lejos un disparo.
Ella se quedó en un shock, sin moverse, todo se volvió gris. Asustada trata de moverse y no pudo.
-¿Por qué me sucede esto a mi?, ¿Qué fue lo que yo hice?- reclama.
Llega un momento de calma.
-Por fin, paz-piensa.